Jaume Guillamet y Miguel Berga: El espíritu de Bolonia
Jaume Guillamet y Miguel Berga:
El espíritu
de Bolonia
Jaume Guillamet y Miguel Berga, decanos de Periodismo y de Humanidades de la
Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
Ante la sorpresa y desconcierto que han levantado las propuestas para un
nuevo catálogo de titulaciones universitarias, quizá sea necesario decir si
responden o no al espíritu de Bolonia. Baste recordar lo acordado en esta ciudad
italiana por 30 gobiernos en 1999 para ver que algo no va bien en España en el
proceso de adaptación al espacio europeo de enseñanza superior (EEES).
Si se trata de hacer converger los sistemas educativos nacionales en un espacio
común para facilitar la libre circulación e intercambio de estudiantes, difícil
lo vamos a tener si no se plantea la convergencia desde los mismos criterios.
Los dos pilares básicos de este ambicioso proyecto son el llamado sistema
europeo de transferencia de créditos (ECTS) y la estructuración de las
titulaciones en un doble ciclo oficial de grado y posgrado, que suma cinco años.
No hay discusión sobre el crédito europeo, que obliga a cambios importantes en
la forma de enseñar. El concepto actual de crédito como número de horas de clase
impartidas por un profesor en una asignatura -10 horas por crédito- da paso a un
nuevo concepto como horas de trabajo de un alumno -25 por crédito, de las que
como máximo la mitad deben corresponder a clases expositivas o teóricas, las mal
llamadas clases magistrales-, con la introducción sistemática de actividades
prácticas, tutorías y seminarios, que faciliten y estimulen el aprendizaje.
El problema está en la estructura de los estudios superiores que se plantea como
un conjunto de cinco años o 300 créditos, compuesto por un primer ciclo o grado
de tres o cuatro años (180 o 240 créditos) de titulaciones básicas y
generalistas y un segundo ciclo o posgrado de uno o dos años (60 o 120 créditos)
de carácter más profesional y especializado.
Muchas de las propuestas conocidas parecen defender simples criterios de
continuidad de las titulaciones vigentes, con mayoría de carreras de 4+1 cuando
en los demás países de referencia se ha optado por el llamado 3+2. Un
planteamiento que resulta incompatible con la reducción del número de
titulaciones de grado en favor del posgrado oficial potente y especializado del
modelo acordado en Bolonia. El debate corporativo ha derivado en muchos casos en
cómo mantener el modelo vigente en vez de adaptarse al nuevo.
La actitud del Gobierno anterior -nada intervencionista en esta materia, a
diferencia de la que tuvo en otras reformas educativas- ha llevado a esta
situación. El Gobierno actual se enfrenta a una grave responsabilidad: hacer o
no la reforma que el compromiso de Bolonia comporta. De momento, ha
flexibilizado en sus decretos de grado y posgrado la opción cerrada de 4 + 1 de
los borradores por los que hubo que guiarse antes.
Pero las propuestas conocidas perjudicarían, paradójicamente, a las
universidades más innovadoras, que se avanzaron al espíritu de Bolonia con
estudios de gran demanda social y atractivos para el mercado laboral. Segundos
ciclos como Periodismo quedarían suprimidos con la fórmula 4 + 1. Una titulación
generalista como Humanidades, que había tomado gran relevancia en la última
década, desaparecería incluso del mapa universitario español, para estupor de la
comunidad académica y en perjuicio de miles de estudiantes y del propio espíritu
de Bolonia.
La Vanguardia, 14/05/05